También los enanos empezaron pequeños

Confinados en una institución penal en una isla remota, un grupo de enanos se aprovecha de la ausencia de su director, se rebela contra los guardias y lleva a cabo una imparable serie de grotescos y destructivos actos. Citado por Harmony Korine como "el mejor film de la historia", el segundo largometraje de Herzog no es un film para cualquiera. Incómodo, salvaje e irreverente, encuentra su antecedente estético más cercano en 'Freaks' y, aún así, se distancia sobremanera del film de Browning. Usualmente leído como una ficcionalización libre y extrema de las revueltas sociales (particularmente de aquellas que sacudieron a los Estados Unidos durante la Guerra de Vietnam), se trata de un film verdaderamente extraordinario, tanto desde su forma y contenido como desde su realización: filmado en las Islas Canarias con un presupuesto ínfimo y actores no profesionales, fue tal la cantidad de accidentes que ocurrieron durante su rodaje que el propio Herzog prometió arrojarse a un cactus si lograban terminarlo sin ningún otro percance. De más está decir que, tal como lo demuestra 'Werner Herzog Eats His Show', el bávaro es un hombre de palabra. Leer menos